El método Pilates forma parte del grupo de ejercicios
anaeróbicos, es decir, aquellas actividades físicas que se realizan de forma
breve y que se basan, fundamentalmente, en la fuerza.
Su objetivo principal no es la quema de calorías, sino
reforzar la musculatura y aumentar el control, fuerza y flexibilidad de nuestro
cuerpo. Aunque, como todo ejercicio físico, supone un aumento en el gasto
energético y, por tanto, también contribuye a mantener un peso equilibrado.
Los seis principios esenciales de este método son control,
concentración, fluidez, precisión, respiración y centro. Precisamente, con este
último principio, el Pilates hace referencia a una zona concreta del cuerpo
denominada centro de fuerza, que también se conoce como mansión del poder.
Dicha zona la conformarían los músculos abdominales, la base de la espalda y
los glúteos y la intención es que, a través de su fortalecimiento, se ejerciten
el resto de partes del cuerpo.
La mayoría de los ejercicios se realizan mediante una serie
de movimientos suaves y lentos y con la ayuda de aparatos diseñados
específicamente para esta disciplina. En todos y cada uno de estos movimientos
controlados se intenta conseguir la mayor precisión posible a través del
control de la respiración, la correcta alineación de nuestro cuerpo y, por
supuesto, la concentración. De esta manera se evitan gestos violentos o
incontrolados que puedan ser agresivos para el organismo.
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